La instalación de puestos principalmente de bebidas alcohólicas, es lo que prolifera la semana previa al 1 de mayo, además los juegos mecánicos han ocasionado que en años anteriores el sobre calentamiento de las líneas eléctricas lo que ha originado que cientos de habitantes se queden sin luz.
El burro, sirve solamente un pretexto, para que particulares lucren con su imagen y se olviden sobre la preservación del jumento.
Se estima que en la región del Valle de Teotihuacan, existen cerca de 200 burros y en este municipio son solo 100.
La administración que encabeza Orlando López Olvera, se ha olvidado de proteger a estos animales y solo se limita a otorgar los espacios para que los comerciantes tengan los permisos correspondientes para los días que dura la festividad.
Solamente una familia en el municipio de Otumba, se ha preocupado por salvaguardar a los asnos, que les ha brindado identidad a los otumbenses.
En este municipio se encuentra el único santuario para proteger al burro, sin embargo, esto se ha realizado a través de la sociedad civil y no por el gobierno municipal.
Burrolandía, que es una iniciativa de la familia Flores Sauza, es considerado también el Museo del Burro, en donde se puede a preciar la labor que han hecho estos animales a la humanidad.
Con sus los ahorros rentó el predio por el que paga 30 mil pesos mensuales, más 12 mil pesos que destina a la alimentación de 20 burros que actualmente cuida en ese sitio.
Sin embargo, y ante el esfuerzo que significa no reciben ayuda económica de instituciones públicas o privadas para la labor de preservar al burro.
En la Feria Nacional de Burro, se pueden apreciar desde puestos de artesanías, comida típica, ropa, bebidas alcohólicas, pero se olvidan de lo más importante de la preservación de un animal que les ha brindado identidad y sobre todo ganancias económicas.
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