De acuerdo a la titular de la Secretaría de Turismo, María Guadalupe Monter Flores, Acolman es uno de esos lugares que guardan una gran tradición, historia y leyenda. Sólo basta recorrer y adentrarse en este paisaje semidesértico, en búsqueda de las bellezas escondidas entre cientos de kilómetros de llanos listos para ser visitados.
El primer punto a visitar al llegar a Acolman, es el misterioso legado virreinal como el templo y exconvento de San Agustín, una notable construcción de siglo XVI, edificado por los frailes agustinos entre 1539 y 1560, que sigue el prototipo de fortaleza, característico de la época, con detalles decorativos en los altos de los muros y en el arco de la puerta.
El interior es una situación aparte con sus grandes muros y donde la nave conserva vestigios de algunos retablos barrocos del siglo XVII y XVIII, tallados en madera y cubiertos con hoja de oro; cuentan con una exuberante decoración vegetal, figuras de personajes celestiales y esculturas de angelitos.
Destacan su Capilla Abierta y la pintura al fresco de Santa Catarina que le viste. Los dos claustros, el Claustro Chico, construido en piedra con una cruz al centro y el anagrama de Jesús labrado en piedra. El Claustro Grande exhibe una arquitectura del mismo estilo plateresco que el frente del templo. En la parte superior, luce medallones que representan escudos agustinos, los símbolos de la muerte y la unión de dos mundos.
Además de estos mágicos espacios, en el mismo Exconvento se puede visitar también el Museo Virreinal de Acolman, donde se encontrará una cantidad importante de artículos utilizados por los frailes, como muebles de uso religioso de distintos siglos; mantos, ajuares y vestimentas de uso eclesiástico, algunos bordados con hilo de oro y plata bajo la técnica del brocado en seda; esculturas de los siglos XVI, XVIII y XIX y pinturas al óleo sobre tela lámina de cobre y lámina de cartón.
Más allá de esta riqueza colonial, Acolman puede presumir de contar con el Museo de Tepexpan, construido en el mismo lugar donde se encontraron los restos fósiles del llamado “Hombre de Tepexpan”, que cuenta con más de 12 mil años de antigüedad. El museo también exhibe osamentas de mamut, rudimentos de sílex y obsidiana tallados.
Pero además de estos tesoros realizados por el hombre, la naturaleza regaló a este municipio bellos espacios donde ahora pueden realizarse paseos de carácter ecoturístico como el parque Sierra Patlachique, donde se pueden pasar uno o varios los días al aire libre. Este parque cuenta con alberca, cancha de fútbol, ciclopista, servicio de asadores y lugar para acampar.
Mientras que el parque ecoturístico Cuevas de la Amistad, es un lugar perfecto para el esparcimiento y el acercamiento con la naturaleza. En sus extensos espacios, se pueden realizar caminatas acompañado de aves y vistas campestres, también se pueden conocer, observar e incluso llevar una amplia variedad de hierbas medicinales y terapéuticas.
De los tradicionales recuerdos del lugar, bien podemos llevar una de las múltiples artesanías que se elaboran en la región como las tradicionales piñatas, que las de Acolman tienen un color y composición diferente a las que podemos encontrar en cualquier otro lugar y que se elaboran durante todo el año. También podemos encontrar objetos tejidos en canutillo, sombreritos y diversos objetos en miniatura, son muy clásicos los títeres hechos de látex y tallados en madera; figuras en ónix, obsidiana y jade.
Para llegar a Acolmán desde Toluca, es necesario dirigirse a la Ciudad de México, tomar la avenida Constituyentes hasta el Circuito Interior, seguir por Insurgentes Norte, hasta encontrar la autopista 132 con dirección a Tulancingo y de nuevo sobre la autopista hasta la desviación a Acolman.
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